Ahora que todo es “feminista” y que se reivindica el feminismo en todos y cada uno de los momentos de nuestras vidas, quería hacer una reflexión sobre la aplicación práctica del “Feminismo” en nuestro sector

Más allá de los dictámenes políticamente correctos que estamos obligados a asumir si no queremos que se nos adjetive con más o menos contundencia por no repetir hasta la saciedad lo que algunos “líderes de opinión” han decidido es “bueno” y “malo” para la causa.

La peluquería fue uno de los sectores pioneros en el feminismo internacional y español, mientras el resto de nuestras vidas seguían impregnadas de una sociedad “machista” establecida como orden natural. La peluquería fue avanzadilla de lo que vendría después.

Nunca antes las mujeres habían sido empresarias y habían creado riqueza y empleo en nuestro país. Los oficios fueron antesala del feminismo que luego llegó al resto de la sociedad. Fue un feminismo silencioso, un feminismo de abrir sus negocios cada día, lloviese o no, estuviesen enfermas o no; y lo hacían de lunes a domingo trabajando la belleza de otras mujeres. Ese mundo se desvanecía cuando llegaban las profesionales a su casa y volvían a una realidad establecida, con hombres educados a la antigua usanza que les implicaba en muchas ocasiones repetir jornada laboral en su ámbito familiar

La peluquería fue uno de los sectores pioneros en el feminismo internacional y español

Ese feminismo silencioso rompió parejas porque la mujer era la empresaria, porque fueron las primeras en conseguir la independencia económica que les permitió ser dueñas de sus vidas y librarse de esos hombres que los que fuimos comerciales llamábamos “químicos” o “aviadores”, porque lo único que hacían era revolotear en el entorno de un negocio rentable construido por sus mujeres, del cual vivía bien toda la familia.

El feminismo de la peluquería, compartido con otros oficios fue y es un feminismo combativo y real, es un feminismo basado en la capacidad de las personas de esforzarse y otorgar valor a sus conocimientos y habilidades, es un feminismo constructivo que sigue demostrando que ejercer una profesión para el resto de la sociedad, consiguiendo que se considere “actividad esencial”, hace que además de su función social y constructiva reivindique sin ruido, de forma consistente y permanente, su feminismo.

A ese feminismo le falta entre otras cosas la asignatura pendiente del reconocimiento social, su liderazgo en moda y el reconocimiento del resto de la profesión. Por cada diez hombres líderes en la peluquería, hay máximo una mujer a quien la sociedad y los medios de comunicación le otorgan valor en este campo.

Otra asignatura pendiente de la que carece nuestro feminismo profesional es, además del reconocimiento de la peluquería como “actividad esencial”, el reconocimiento por parte de las Administraciones y poderes políticos que tanto se llenan la boca con un “feminismo de cartón piedra”, para ajustar el IVA que pagan sus clientas a un IVA reducido. Sí la sociedad queremos que cambie, hay que empezar haciéndolo y reconociendo los esfuerzos de aquellas profesionales peluqueras que han sido un ejemplo de innovación, trabajo, superación, supervivencia y muestra de feminismo real. 